jueves, 23 de febrero de 2012

Miércoles de Ceniza y entierro de la sardina

Miércoles de ceniza y entierro de la sardina

            Hacia mediados del siglo pasado el miércoles de Ceniza en Vertavillo se se recorrían las calles con cencerros y echando “gallinaza” o “aspergés” –una pestilente mezcla de estiércol de gallina y ceniza- para echar fuera las carnes (carnestolendas) y dar comienzo a la cuaresma. Por la noche se efectuaba el Entierro de la Sardina con una particular fórmula. El cortejo portaba una escalera de mano cubierta por una manta, en cuyo extremo delantero se sujetan dos botas que simulan los pies del difunto, mientras que por el hueco trasero una pesona asoma la cabeza reclinada hacia atrás, de manera que, aunque camina con el resto de la comitiva, parecía ir tumbado en las parihuelas. Otro intérprete se viste de sacerdote, al que también podía acompañar un monaguillo, y recita toda serie de dislates en un latín inventado, al que se unen chascarrillos y ocurrencias de los asistentes. Las mujeres se colocaban los más disparatados lutos y seguian la comitiva bailando y cantando al son de la tambora. El falso sacerdote recitaba con frecuencia frases como "llorad hijos míos que se ha acabado el vino".



martes, 21 de febrero de 2012

Martes de Carnaval en Vertavillo
Viendo la luz que inundaba hoy la iglesia parroquial de Vertavillo me resultaba difícil imaginar el mismo día hace 60 años, con los ventanales de la nave central tapiados, y con la ténue y humosa luz de las velas y círios. Sería, sin duda, más lúgrube, más funesto. Un marco ideal, por lo tanto, para celebrar una misa de difuntos por las Bénditas Ánimas del Purgatorio. Com hablaba en la entrada anterior, la fiesta del Carnaval se mezcla en Vertavillo con la devoción de las Ánimas, un "maridaje" que en nuestra sociedad actual sorprende pero que en la España de los siglos XVI a XIX no era tan ajeno. Una forma de vencer al enemigo es unirse a él, y eso debieron pensar los devotos católicos tras el Concilio de Trento, cuando se generaliza la creencia en las Ánimas purgantes, creando estas cofradías que se dedicaban, precisamente estos días de excesiva diversión, a rezar por su salvación. No se renunca al festejo, pero se combina con los responsos, de manera que todos salen ganando. Esta es la idea principal del carnaval de ánimas de Vertavillo y así lleva funcionande desde hace más de 400 años (al parecer).
Un rasgo especial del Martes de Carnaval era la construcción delante del altar de la iglesia de un Túmulo o catafalco, una pirámide escalonada de cajones con calaveras pintadas que representaba a las ánimas del purgatorio, sobre el que, siguiendo una costumbre de origen pagano, se colocaba una hogaza de pan.

Javier Abarquero

domingo, 19 de febrero de 2012

Domingo de Carnaval en Vertavillo
            La fiesta comienza con el toque de campanas para acudir a misa. Tras el segundo repique -en Vertavillo se daban tres avisos- el tambor hace su recorrido habitual llamando a los cofrades para asistir a la eucaristía con el denominado “toque de oficiales”. En otro tiempo el recorrido del tambor pasaba por las casas de los distintos cargos, siguiendo la jerarquía, y estos se iban incorporando a la comitiva con sus insignias hasta llegar a la Sala. En la actualidad se espera a que acudan todos los cargos y cofrades para iniciar el desfile que da paso al “revoleo” delante de la iglesia. En esta ocasión se sacan el estandarte rojo, la alabarda y tres banderas, amén de las varas portadas por cada uno de los cargos, y se procede según el ritual establecido.
            La marcha, que se inicia con el sonido de la tambora, la encabeza el estandarte, seguido por el capitán, el alférez con la bandera (acompañado de otros dos abanderados por lo general) y el sargento con la alabarda; detrás de ellos sale el tambor y enseguida los demás oficiales. En este orden dan una vuelta a la plaza, quedando el estandarte en un extremo, a la derecha del pórtico de la iglesia, los abanderados y el alférez en el centro, frente a la misma, y el tambor y el resto del séquito (capitán, cabos, síndico y alcaldes) en el extremo opuesto, junto al Ayuntamiento. La tambora, con sus toques y cambios de ritmo, va marcando los distintos pasos de la exhibición. El primero de ellos es el lanzamiento de la alabarda por parte del sargento, que en esta ocasión lo hace tres veces, en el centro de la plaza, a un lado y al otro. La pericia del oficial consiste en lanzar el mástil lo más alto posible con una sola mano, que aquel se eleve en posición horizontal y recogerlo a su vuelta igualmente sin usar más que un brazo, evitando que caiga al suelo y que se desequilibre. Antes de cada lanzamiento el sargento hace un particular saludo –indicando a uno y otro lado con los dedos índice y pulgar de la mano derecha-. Tras este preludio sale el alférez y los abanderados que le acompañan, repiten el mismo saludo y, siguiendo las indicaciones de la tambora, empiezan el revoleo de las banderas, con una sola mano, primero hacia un lado y luego hacia el otro. Su habilidad consiste en evitar que la tela se enrolle, sobre todo en el momento de hacer el giro, y en soportar el peso del mástil, desde luego nada desdeñable. Este revoleo se interrumpe dos veces para tirar la alabarda, aunque en estas ocasiones sólo se realiza un lanzamiento. El acto culmina con otros tres lanzamientos similares a los que lo abrieron y con la ovación y el aplauso del público asistente.
Una vez acabada la exhibición se reanuda el desfile alrededor de la plaza, se da el último toque de campanas y se entra en la iglesia. Los miembros de la “Mesa” ocupan los primeros bancos, aquellos utilizados por las autoridades civiles en las otras grandes festividades religiosas. La salida del sacerdote se acompaña de un redoble de tambor y da comienzo el oficio. Antes del Ofertorio la tambora se deja oír de nuevo, el cura desciende al pie del altar y sujeta con su mano la estola. El síndico se coloca al lado del sacerdote con el platillo y los cofrades dirigentes primero y luego todos los demás, pasan besando la mencionada prenda y depositando su donativo mientras el tambor y los oficiales dan una vuelta por el interior del templo al son del llamado “toque del Ofertorio”. De forma tradicional este desfile sólo era protagonizado por los hombres de la hermandad, sin la participación de las mujeres, aunque en la actualidad acude todo el que lo desea. Las baquetas callan hasta el momento de la consagración, momento en el que sustituyen con un rítmico tamborileo a la tradicional esquililla que el resto de los días acompañaba la elevación.
            A la salida de la ceremonia se repite el tradicional acto del desfile alrededor de la plaza y el revoleo. Los miembros de la mesa acudían seguidamente a la casa del cura, quién les ofrecía un pequeño ágape de vino y pastas. Tras ello, los dirigentes vuelven a su sede y, en un ambiente más relajado y distendido, a la vez que menos solemne, se invita a los presentes a probar el vino, que ahora se acompaña de aperitivos varios, fundamentalmente aceitunas, patatas fritas y galletas.



Fuente:
Abarquero Moras, F.J. (2009): El Carnaval de Vertavillo y las cofradías de ánimas del Cerrato Palentino, Estudios Locales, 6, Institución Tello Téllez de Meneses, Diputación de Palencia, Palencia.

Sánchez Doncel, G. (1950): "Historia de Vertavillo. Estudio cocumental de la Villa de Vertavillo", Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 4: 57-132.

jueves, 16 de febrero de 2012

El Carnaval de Vertavillo

El Carnaval de Vertavillo

Para dar inicio a este Blog e iniciarme en su uso permitidme comentaros cuatro cosas sobre el Carnaval de Vertavillo.
Se trata de una tradición particular que hunde sus raíces en el siglo XVI y es uno de los pocos Carnavales de Ánimas que se conservan en la Península Ibérica.
El origen de la fiesta está en una Cofradía de Ánimas fundada al parecer en 1575, aunque la confirmación por parte del Obispo no tiene lugar hasta 1676, que tiene como finalidad recaudar fondos para realizar sufragios por las Benditas Ánimas del Purgatorio. Hasta aquí ninguna peculiaridad, pero es en su organización y en los actos que organiza donde radica su originalidad. En vez de los carácterísticos cargos habituales en otras cofradías, en este caso cuenta con una Mesa o Junta directiva formada por cargos militares: un capitán, un aposentador, un alférez, un sargento, un "tambor", un portaestandarte y dos cabos, acompañados de otros oficios civiles y religiosos (dos alcaldes, un síndico, una abad y un secretario). Suya es la tarea de organizar los actos de la fiesta de la cofradía, que tienen lugar en los días de Carnaval. Desde el día de las Candelas, tanto al amanecer como al anochecer, salía el encargado del tambor (Tambora) a dar vuelta al pueblo llamando a la oración por las ánimas del Purgatorio. Llegado el Domingo de Carnaval se realiza, antes de misa, el "revoleo", un acto que comienza con la llamada "a oficiales" por parte del tambor, su reunión en la "Sala" de la cofradía y el posterior desfile de los oficiales (cada uno con su insignia correspondiente) por la plaza para proceder al revoleo en sí. Este consiste en hacer girar tres grandes banderas de colores en posición horizontal al son de los toques del tambor y en el lanzamiento de la "alabarda" (arma ofensiva vestida con telas y cintas) al aire. El ritual se repite a la salida de la misa y por la tarde, y otra vez el Martes de Carnaval, día este que es en realidad la fiesta grande de la cofradía.
La tradición era algo más complicada en el pasado y se repetía en muchos pueblos del Cerrato.
Para quien quiera saber más se puede consultar: F.J. Abarquero Moras, El Carnaval de Vertavillo y las Cofradías de Ánimas en el Cerrato palentino, 2009, Estudios Locales, 6, Diputación de Palencia.