jueves, 3 de mayo de 2012


El mayo

Aunque el frío no nos abandona ya hemos entrado en el mes de Mayo. Este mes se iniciaba en Vertavillo como en tantos otros pueblos de la Península, con la “pinada del mayo”, es decir, la erección del tronco de un esbelto árbol previamente talado. Los encargados de esta tarea eran los quintos, como de tantas otras que implicaran juerga y diversión. La noche antes la cuadrilla de aquel año iba a una de las arboledas de la vega, frecuentemente el llamado “Prao” o el “Huerto”, y cortaba uno de los más altos árboles que encontraba. El tronco se pela prácticamente por completo, dejando sólo algunas ramas en la cúspide, sobre las cuales a veces se podía poner algún adorno (cintas o globos), y se trasladaba en carro o remolque hasta el pueblo, todo ello en medio de una considerable jarana bien regada de vino y amenizada por cánticos. En su momento se colocaba en la Plaza Mayor o en el Postigo (fuera de la puerta meridional de la muralla), más tarde, tras asfaltar las calles, también en el “Patín”, en el acceso Oeste del casco antiguo. El “mayo”, tras amanecer airoso el día 1, se mantenía erguido hasta finalizar el mes, momento en que los mismos quintos lo retiraban, procediendo a su subasta o venta directa para sacar algunos cuartos con los que sufragar los múltiples festejos de los que se hacían cargo a lo largo del año o, más recientemente, para hacer una merienda de amigos.

La costumbre, como hemos dicho, no es exclusiva de Vertavillo, puesto que se conoce en otros muchos pueblos y se mantiene vigente en varios lugares de la provincia de Soria por ejemplo. Ello ha dado pie a que en algún momento se haya dicho que tiene un origen ancestral, en ritos prerromanos de saludación a la primavera, algo nada descabellado por supuesto. Se trata de una de las típicas fiestas de primavera, en las que se rinde culto a la naturaleza que eclosiona en esta estación y nos recuerda lo apegados a ella que todavía vivían y viven nuestros pueblos.

En  Vertavillo, nos cuenta Sánchez Doncel (1950), que esta costumbre del mayo o maya es bastante antigua. Nos relata además un curioso caso asociado a la misma, puesto que tras la subasta del mayo, y para recaudar más cuartos para las fiestas, las mozas del pueblo salían los días festivos de este mes de mayo con sus platillos y servilletas a pedir limosna a los vecinos y forasteros, lo que, al parecer, dio ocasión a “delicadas faltas de pudor y modestia en las jóvenes” (tengamos en cuenta que estamos hablando del siglo XVI), por lo que tuvo que actuar el Visitador de la Parroquia prohibiendo estas salidas.

Por lo demás, la costumbre de “pinar el mayo” se pierde en torno a mediados de los años 80, víctima, como tantas otras, de la progresiva despoblación y de la falta de cuadrillas amplias de jóvenes.

Javier Abarquero

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